Countries<Spain<Comunidad Valenciana<Macastre< Castillo Macastre
The term of Macastre has been populated since ancient times as evidenced by the prehistoric remains found in shelters and caves.
Remains of Iberian pottery have also been found. Later it would be the Roman domination that would be imposed, as attested by some remains of the castle.
The oldest documentary sources of Macastre speak to us first of the incursions made by the Cid, around the years 1024 and following, in them the castle of Macastre, appears as a tributary place. Later, between the years 1104, 1122 and 1134, Alfonso I, the Battler, charged pariahs to the Almoravids of the place.
The qualification of "castra sive villas" that offers the Repartimiento de Macastre, supposes an equivalence between both terms, reason why before the Reconquest, Macastre perhaps was, like Buñol and Montroy, a castle-population. The decline of the population at the foot of the fortress must have taken place after the Reconquest, turning Macastre into a typical feudal castle, object of repeated alienations.
Macastre was donated, along with Montroy and Buñol, by Don Jaime I to Don Rodrigo de Lizana, in 1238, for his services. Three years later it passed to Hugo Folcadier, of the Order of St. John of Jerusalem. It passed through various owners until it returned to the crown, through James II who acquired it from Bernardo Sarrió, treasurer of the Court, who, when accused of improper retention of money, undertook to pay the Crown with the delivery of the towns of Buñol, Macastre, Siete Aguas, Yátova and Alborache. In April 1315, the towns of La Hoya paid homage to King James II.
Due to economic and political difficulties in the government of the kingdom, they forced the King to sell again to D. Berenguer Mercader, a family that since 1425 with Alfonso V, until 1836, the year in which it returned to the Crown, is linked to the region of La Hoya de Buñol.
Apparently Macastre remained Muslim in its entirety, since after the conquest there was no Christian repopulation.
The most modern stage of occupation of the castle coincides with the time of the expulsion of the Moors. In later decades, the fortress fell into disuse and was only occupied occasionally.
It is located to the southwest of the town, on a prominent hill, located at the end of a chain of very eroded hills, with hardly any vegetation cover. The enclosure adapts to the irregularities of the terrain, presenting on its southern part, a pronounced cut, facing the road from Macastre to Cortés de Pallás, and on its northern part, a much gentler slope. Visually it communicated with the castles of Buñol and Turís.
The castle is a plateau of elongated shape with two towers at the ends, the west end is the largest and best preserved in height, missing the corner facing the interior of the enclosure. The easternmost one is smaller and only preserves the east and north walls. It is possible to follow the route of the wall to the north, to the south it is more deteriorated. The excavation revealed a set of structures that had undergone numerous repairs and periods of abandonment that allow us to recognize the existence of at least three successive levels of occupation.
The ceramics collected come from fills resulting from the collapse of structures: glazed pieces with green and manganese decoration on white cover, cobalt blue, bowls with green glaze, others with decoration of manganese bands on white cover and several fragments of common ceramics with decoration in manganese bands.
After several archaeological campaigns, the following actions are currently being carried out: the creation of a pedestrian itinerary, the creation of accesses, debris removal and reinforcement of masonry slopes, debris removal and partial dismantling for reconstruction of the vault that remains in the main tower; in the outer perimeter area, from the moat to the northwestern area of the necropolis, several accumulations of debris from previous interventions will be removed.
El término de Macastre ha sido poblado desde la antigüedad como lo prueban los restos prehistóricos hallados en abrigos y cuevas.
También han sido encontrados restos de cerámica íbera. Después sería la dominación romana la que se impondría, como atestiguan algunos restos del castillo.
Las fuentes documentales más antiguas de Macastre nos hablan en primer lugar de las incursiones efectuadas por el Cid, en torno a los años 1024 y siguientes, en ellos el castillo de Macastre, figura como plaza tributaria. Posteriormente, entre los años 1104, 1122 y 1134, Alfonso I, el Batallador, cobraba parias a los almorávides del lugar.
La cualificación de "castra sive villas" que ofrece el Repartimiento de Macastre, supone una equivalencia entre ambos términos, por lo que antes de la Reconquista, Macastre quizás fuese, al igual que Buñol y Montroy, un castillo-poblado. El descenso de la población al pie de la fortaleza, debió tener lugar después de la Reconquista convirtiéndose Macastre en un típico castillo feudal, objeto de repetidas enajenaciones.
Macastre fue donada, junto con Montroy y Buñol, por Don Jaime I a Don Rodrigo de Lizana, en 1238, por sus servicios. Tres años más tarde pasa a Hugo Folcadier, de la Orden de San Juan de Jerusalén. Pasó por diversos propietarios hasta que regresó a la corona, a través de Jaime II que lo adquirió a Bernardo Sarrió, tesorero de la Corte, el cual al ser acusado de retención indebida de dinero, se comprometió a pagar a la Corona con la entrega de los pueblos de Buñol, Macastre, Siete Aguas, Yátova y Alborache. En abril de 1315, los pueblos de la Hoya prestaron homenaje al rey Jaime II.
Por dificultades económicas y políticas en el gobierno del reino, obligan al Rey a vender de nuevo a D. Berenguer Mercader, familia que desde 1425 con Alfonso V, hasta 1836, año en el que vuelve a la Corona, está vinculada a la comarca de la Hoya de Buñol.
Al parecer Macastre permaneció siendo musulmana en su totalidad, puesto que después de la conquista no hay repoblación cristiana alguna.
La etapa más moderna de ocupación del castillo coincide con la época de expulsión de los moriscos. En decenios posteriores, la fortaleza cae en desuso dándosele únicamente una ocupación ocasional.
Se encuentra situado al sudoeste del pueblo, sobre un cerro destacado, situado al final de una cadena de cerros muy erosionados, sin apenas cubierta vegetal. El recinto se adapta a las irregularidades del terreno, presentando por su parte meridional, un pronunciado cortado, recayente a la carretera de Macastre a Cortés de Pallás, y por su parte septentrional, una pendiente mucho más suave. Visualmente se comunicaba con los castillos de Buñol y Turís.
El castillo constituye una meseta de forma alargada con sendas torres en los extremos, la del extremo oeste es la mayor y mejor conservada en altura, faltando la esquina que da al interior del recinto. La más oriental es más pequeña y solo conserva las paredes este y norte. Se puede seguir el trazado de la muralla al norte, al sur se encuentra más deteriorada. La excavación puso de manifiesto un conjunto de estructuras que habían sido objeto de numerosas refacciones y periodos de abandono que permiten reconocer la existencia de, por lo menos, tres niveles sucesivos de ocupación.
Las cerámicas recogidas proceden de rellenos producto del derrumbe de estructuras: piezas vidriadas con decoración en verde y manganeso sobre cubierta blanca, azul cobalto, escudillas con vidriado verde, otras con decoración de bandas de manganeso sobre cubierta blanca y varios fragmentos de cerámicas comunes con decoración en bandas de manganeso.
Tras varias campañas arqueológicas, en la actualidad se están llevando a cabo actuaciones que consisten en: la creación de un itinerario peatonal, la creación de accesos, desescombro y refuerzo de taludes de mampostería, desescombro y desmonte parcial para su reconstrucción de la bóveda que se conserva en la torre mayor; en el área perimetral exterior, desde el foso al área noroccidental de la necrópolis se remozarán varias acumulaciones de escombros procedentes de intervenciones anteriores.